Todos sabemos que las reglas con los animales salvajes, es que no nos acercaremos a ellos, salvo que ellos lo hagan primero hacia nosotros. Claramente que esto implica la llegada de algo menos peligroso que un león o un tigre.
Un animal al que se supone no debemos acercarnos por lo que significaría acostumbrarlos a vivir fuera de su hábitat natural, no porque puedan ser un riesgo para nosotros.
Puede que sea difícil acatar dicha regla si se trata de una foquita, mas si es una foquita bebe.
Eso fue lo que le ocurrió a los dueños y empleados del The Old Lock & Weir, ubicado en Bristol, Reino Unido. Debido a la ubicación del restaurante tan cerca del agua, es normal tengan interacciones más frecuentes de lo normal con algunos de los mamíferos marinos.
Dicho eso, la foquita que llegó a tocarles la puerta, era por lejos la más atrevida que habían visto hasta el momento por parte de un animal marino.
Dan Rawlins, el dueño del local, contó su experiencia:
“Me sorprendió gratamente verle. Se movía bastante y no parecía muy molesta por toda la gente que había alrededor. Como tenía poco peso, evidentemente le atraía el olor de los alimentos que se cocinaban adentro. Especulamos que tenía hambre”
El pequeño animal entretuvo a los empleados, demostrando que no les tenía miedo y que estaba dispuesto a jugar un poco si le daban uno que otro pescado.
De todas formas, un animal como este necesita tener agua y cuidados, por lo que los empleados se pusieron manos a la obra para crearle un ambiente agradable mientras llegaban los expertos en animales. Fueron los rescatistas de la RSPCA West Hatch quienes acudieron para llevarse con ellos a la pequeña foca.
Una vez lo tuvieron con ellos, notaron que había sido cuantificada con anterioridad con un chip. Viendo su chip, descubrieron que había sido registrado con anterioridad en el sector de Escocia, habiendo nadado más de 400 kilómetros hasta haber llegado a la puerta de ese restaurante en Bristol.
De todas formas, en manos de los expertos pudieron darle un poco de comida. Pensaban que el animal subiera un poco de peso antes de devolverlo a las aguas. A fin de cuentas, la foquita se salió con la suya.